De todos es sabido que la palabra Deporte es una de las más comunes y utilizadas en nuestra sociedad, aunque, ¿quién se atrevería a definirla con total veracidad y sin miedo a equivocarse?
El presente artículo no tiene como prioridad el descubrir cuál podría ser la definición más adecuada para esta palabra, pero sí hablaremos a continuación de algunas repercusiones que ésta está teniendo en nuestra sociedad y en nuestra forma de vida.
No hay duda de que hay muchas maneras de entender el deporte, así, podríamos presentar un continuo que abarca desde la perspectiva de un deporte espectáculo que atrae a grandes masas de gente, hasta aquel deporte que cada uno de forma personal practica en su entorno con intención recreativa y con el propósito de beneficiarse de las grandes aportaciones de la actividad física.
Con el anterior ejemplo y tras revisar algunos autores, podemos diferenciar entre dos tipos principales de actividad física dentro del deporte. En primer lugar la actividad física orientada hacia el rendimiento, toda aquella cuyo fin principal es la mejora de la condición física para la consecución de altos logros deportivos; y en segundo lugar la actividad física orientada hacia la salud, es decir, la que busca el bienestar del propio practicante, además de otros muchos beneficios sobre la salud.
En el presente artículo nos centraremos en esta última perspectiva, y nos atrevemos a decir que la promoción de este tipo de actividad física ya está siendo reconocida como una cuestión a tratar por la salud pública.
En los últimos años estamos viendo como, poco a poco, este tipo de actividad se está promocionando cada vez más en una sociedad que la demanda en todos sus grupos, desde los más jóvenes hasta los mayores, aunque no obstante esta demanda es más acentuada en algunos de ellos.
Quizá sea en los grupos de personas adultas y mayores donde con más facilidad se transmite esta afición por el deporte saludable, debido a que estas personas, se muestran más receptivas a los beneficios que les aporta dicha actividad.
Hay que especificar que cuando hablamos de beneficios no nos referimos exclusivamente a beneficios físicos, que de partida ya son bastante importantes, sino también a otro tipo de beneficios como pueden ser los psicosociales, obtenidos gracias al trabajo en grupo de forma recreativa, creando lazos de unión entre sus participantes.
Podríamos decir que la actividad física para adultos y mayores se presenta como una perfecta iniciativa para mejorar la calidad de vida de todas estas personas permitiéndoles contar con las capacidades necesarias para poder seguir disfrutando de todas aquellas oportunidades que la vida les ofrece.
Pasamos ahora a abordar otro sector de la sociedad en el que, sin lugar a dudas, nos encontraremos mayores dificultades. Se trata de los más jóvenes y su estilo de vida.
Como se viene observando en los últimos años, los más jóvenes han cambiado mucho sus costumbres y forma de divertirse si las comparamos con la de algunas décadas atrás.
Los grandes avances de la sociedad en ocasiones pueden ofrecer a nuestros jóvenes actividades que no son del todo saludables. De hecho, podemos ver como en muchos casos se están creando estilos de vida totalmente sedentarios debido a que uno de los principales medios de diversión de este sector son las nuevas tecnologías como internet, las videoconsolas etc. Elementos, que utilizados de forma adecuada pueden ser provechosos, pero que llevados a un uso excesivo dan lugar a la cultura sedentaria en la que estamos inmersos.
Como dato que corrobora lo anterior aportamos los siguientes resultados de un estudio sobre la obesidad realizado por la SEEDO:
El 53 % de la población española padece exceso de peso.
El 14.5 % de esta población son obesos.
La tasa de obesidad en niños va creciendo alarmantemente situándose en torno al 14%.
Grados importantes de obesidad mantenidos durante bastante tiempo, pueden disminuir la esperanza de vida en 10 años.
Si lo anterior puede llegar a ser preocupante, más aún lo puede ser otro tipo de diversiones que también podemos encontrar entre los más jóvenes como la adicción a las drogas o cualquier tipo de sustancia que presente efectos perjudiciales sobre la salud.
No hace falta reflexionar mucho para darse cuenta que “el botellón” y “la play-station” no acercan demasiado, a nuestros jóvenes, hacia un estilo de vida saludable.
Quizá la solución a este problema pueda estar en encontrar una alternativa más, otro medio de diversión con el cual consigamos hacer disfrutar a todos los jóvenes con actividades igual o más divertidas y que sobre todo, ofrezcan beneficios para ellos. Por tanto, que mejor forma para conseguir esto, que el potenciar y fomentar la práctica de un deporte recreativo y saludable entre los jóvenes, un deporte que perdure en su estilo de vida durante muchos años.
Como ejemplo de estas alternativas podemos citar las actividades que organizan multitud de asociaciones deportivas y juveniles: talleres de expresión corporal, actividades en la naturaleza, jornadas lúdico-recreativas etc.
Llegados a este punto nos preguntamos… ¿Quién debe encargarse de ofrecer esta nueva alternativa saludable?
Pues la respuesta a esta pregunta podría ser “la sociedad”. La misma que, de forma inconsciente, ha creado esos hábitos poco saludables de los que hablábamos anteriormente, ahora podría tener en sus manos la oportunidad para enmendar dicho error. ¿Quién mejor que los propios padres y educadores para inculcar desde la niñez una serie de hábitos de práctica deportiva que diviertan al joven y lo acompañen durante toda su vida?.
Nadie. Nadie mejor que nosotros, padres y educadores, para demostrar con nuestro propio ejemplo a nuestros jóvenes que es posible divertirse sin riesgos para la salud. La sociedad la formamos todos, ciudadanos e instituciones, por tanto, de todos es la responsabilidad del tipo de ocio que ofrezcamos a nuestros jóvenes.
Tras responder a la pregunta y a modo de ejemplo señalaremos ahora un error que a veces cometemos, y es el de orientar al niño hacia el deporte que a nosotros nos gustaría que hiciera y no hacia el que a él realmente le interesa. Como buenos educadores y padres lo que deberíamos hacer es ofrecer desde la niñez una amplia gama de deportes o actividades deportivas para que sean los propios niños los que vayan descubriendo cuál es el que más le gusta y por lo tanto el que quiere seguir practicando.
Otro ejemplo de posible error podría ser el de alejar a los niños del deporte como castigo al no cumplimiento de determinados deberes.
Una práctica variada de actividad física le permitirá al joven tener un gran repertorio motriz con los beneficios que esto supone para su aplicación a futuras actividades deportivas.
Terminaré este artículo con la siguiente frase que de alguna manera podría resumir el principal sentido del mismo:
“Ante la sociedad sedentaria que se nos presenta, los responsables deberán de buscar todos los medios necesarios para crear los hábitos deportivos y recreativos que den solución a dicho problema “
Feliciano García García.
Licenciado En Ciencias de La Actividad Física y El Deporte
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